La deserción escolar, medida por el Ministerio de Educación, estudiada por gremios y organizaciones internacionales y sufrida por los estudiantes y ex-estudiantes, es un fenómeno que se le achaca hace décadas al sistema educativo panameño. Se ha investigado e intentado mitigar, con algún éxito. No obstante, el sistema sigue, para decirlo crudamente, sangrando estudiantes todos los años.
Más recientemente, el concepto de deserción escolar es confrontado con el concepto de la exclusión educativa. La idea de que no es el estudiante que deserta sus carrera educativa sino el sistema que los excluye. Entender la exclusión, la forma en la que se ha estudiado, y lo que nos dice la data al respecto, nos dará luces del por qué y el cómo mitigar aún más.
Índice
El Ministerio de Educación publica estadística de deserción todos los años dividida por región educativa. Si bien los índices son, en teoría, bajos, podemos contextualizar los porcentajes en cantidad de estudiantes.
Por ejemplo, para 2022, el Meduca reportó un índice de 0.8% de deserción en primaria. En números absolutos se trata de 3,255 estudiantes que desertaron a nivel de primaria. Recordemos que la educación primaria es parte de la Educación Básica General, requerida por ley para todos los menores de edad en el territorio.
Para pre-media, nivel que abarca de primer a tercer año, y también forma parte de la Educación Básica General, el índice de deserción reportado en 2022 fue de 2.4%, lo cual representa a 4,284 estudiantes totales que desertaron en ese nivel.
En ambos casos, para primaria y pre-media, los índices se agravan en áreas indígenas y rurales. Por ejemplo, para primaria, si bien el total nacional es de 0.8%, en áreas indígenas es más del doble, llegando a 1.9%. En pre-media pasa igual. A nivel nacional el índice es 2.4% pero en áreas indígenas se eleva hasta 4.5%.
Índices y totales de deserción educativa en primaria y premedia del sistema oficial, 2022
Área | Índice primaria | Total primaria |
---|---|---|
Nacional | 0.8 | 3,255 |
Indígena | 1.9 | 1,480 |
Rural | 0.4 | 579 |
Urbana | 0.6 | 1,196 |
Área | Índice premedia | Total premedia |
---|---|---|
Nacional | 2.4 | 4,284 |
Indígena | 4.5 | 1,254 |
Rural | 1.9 | 1,001 |
Urbana | 2 | 2,029 |
Fuente: Ministerio de Educación
En ambos casos, para primaria y pre-media, los índices se agravan en áreas indígenas y rurales. Por ejemplo, para primaria, si bien el total nacional es de 0.8%, en áreas indígenas es más del doble, llegando a 1.9%. En pre-media pasa igual. A nivel nacional el índice es 2.4% pero en áreas indígenas se eleva hasta 4.5%.
Grave
En el nivel de educación media, los últimos tres años de secundaria, el problema se agrava. El índice de deserción es de 3.5%, correspondiente a 4,258 estudiantes. En las áreas indígenas del país, el índice es más del doble, con 8.4% de desertores. Estos son estudiantes que comienzan el año escolar pero por alguna razón no lo terminan y no vuelven a integrarse al sistema.
Área | Índice media | Total media |
---|---|---|
Nacional | 3.5 | 4,254 |
Indígena | 8.4 | 895 |
Rural | 3.6 | 1,019 |
Urbana | 2.8 | 2,340 |
Fuente: Ministerio de Educación
También se debe tomar en cuenta, como abordamos en una nota anterior sobre cobertura educativa, que el porcentaje de estudiantes que asisten a la escuela media es más alto en áreas urbanas que rurales o indígenas.
Podemos ver, por ejemplo, la matrícula en tercer año de secundaria —noveno grado— en 2017 y comprarla con la matrícula en 2018 de cuarto año de secundaria, o décimo grado. En teoría es la misma promoción, o el mismo grupo de estudiantes que debería pasar de uno a otro. Entre noveno y décimo grado se pasa de pre-media a media y la educación deja de ser obligatoria.
En 2017 había 46,696 estudiantes matriculados en el sistema oficial en noveno grado o tercer año de secundaria a nivel nacional. Un año después, en 2018, habían 42,456 estudiantes matriculados en décimo grado, o cuatro año de secundaria, el año escolar siguiente. La diferencia es de 4,240 estudiantes.
No obstante, hay que tener en cuenta que hay un porcentaje importante de estudiantes que no se matricula siquiera en la educación media, pues al no ser parte de la educación básica general se toma la decisión de no continuar.
Trayectoria
Podemos adentrarnos aún más a intentar entender las cifras reales de la deserción siguiendo la trayectoria de una promoción. Si bien los índices de deserción se podrían considerar “bajos”, hay que contextualizar que estos se registran cada año. Por año se contabilizan a miles de estudiantes que son excluidos del sistema educativo y no vuelven.
Pongamos el ejemplo de dos promociones que se graduaban en 2023 y en 2022.
Para ver un poco la dimensión de la deserción y exclusión y cómo el sistema sangra estudiantes, podemos seguir la trayectoria de una promoción estudiantil a medida que avanza por su camino escolar.
Veamos, por ejemplo, al grupo de estudiantes que se graduó en 2022.
Analizaremos las cifras de la matrícula a nivel oficial cuando este grupo estaba en quinto grado (2015) y en segundo año (2018). Nos basaremos en la data oficial publicada por el Meduca correspondiente a matrícula por región educativa.
En 2015, cuando esa promoción estaba en quinto grado de primaria, había una matrícula en el sector oficial de 60,286 estudiantes a nivel nacional. Tres años después, cuando ese grupo de estudiantes cursaba el octavo grado, o segundo año de secundaria, la matrícula disminuyó a 53,540 estudiantes.
Para sexto año, en 2022, la matrícula de ese grupo de estudiantes que cursaba su último año de escolaridad era de 42,670 estudiantes. La diferencia entre quinto grado y sexto año es de 17,616 estudiantes.
Fuente: Ministerio de Educación
Podemos hacer el mismo ejercicio con la promoción de 2023 para los mismos años pero en distintos grados. Cuando el grupo de estudiantes que tenía previsto graduarse en 2023 cursaba el cuarto grado, el 2015, la matrícula era de 60,323 estudiantes en el sector oficial.
Llamativamente, para este año de estudiantes, en 2018, cuando cursaba el primer año de secundaria, o séptimo grado, la matrícula se elevó a 61,931. Se trata del primer año de educación pre-media.
No obstante, la data muestra una caída importante una vez se pasa a la educación media. En 2022, cuando ese grupo de estudiantes cursaba el quinto año la matrícula era de 46,170 estudiantes en el sector oficial a nivel nacional. La diferencia entre 2015 y 2022 fue de 14,153 estudiantes menos.
Contexto
Al hacer este análisis hay que tomar en cuenta varios factores y comprender que esto no necesariamente significa que la diferencia entre la matrícula en 2022 y la matrícula en 2015 es el número exacto de estudiantes que el sistema “perdió”. Por ejemplo, se contabilizan ahí estudiantes que repiten año o que salen del sistema oficial y pasan al sistema particular en algún momento de su carrera estudiantil.
No obstante, dadas las diferencias, es evidente que el sistema tiene un déficit en cuanto a retención estudiantil, particularmente al pasar la edad pre-media y media.
También hay que contextualizar que se trata de grupos de estudiantes que cursaron parte clave de su educación pre-media y media durante la pandemia por COVID-19, durante la cual las escuelas estuvieron cerradas por más de un año. Los efectos de la pandemia en los estudiantes, su relación con el sistema escolar y el impacto en su vida estudiantil aún están siendo estudiados. Todo indica que la pausa por la pandemia agravó algunos de los problemas particulares que ya mostraba el sistema.
Estudio
Un reporte publicado por el Centro de Investigación Educativa (CIEDU), basado en Panamá busca determinar las causas de la exclusión escolar y las herramientas de mitigación que han resultado exitosas. El estudio se desarrolló en base a entrevistas en 345 escuelas del país a estudiantes, docentes, directivos, administrativos y padres de familia. Es un estudio bastante útil para entender la percepción de la comunidad educativa en torno a este tema.
Primeramente, el estudio revela que como sociedad hay conciencia de que el país enfrenta un problema de exclusión educativa y se comprende que la misma se agrava en premedia y media.
Causas
Las escuelas participantes identifican tres causas comunes: barreras económicas, problemas familiares y retos de la migración. El 42% de los entrevistados dijo que las barreras económicas son una causa clave de la exclusión educativa. Si se vuelve muy costoso asistir a la escuela, por temas de transporte o alimentación, se dificulta el acceso.
Un 33% identificó los problemas familiares como otra de las causas clave. Esto se relaciona con la desintegración familiar y la falta de educación de los padres que nos les permite entender el valor de la educación.
Finalmente, un 21% identificó problemas relacionados con la migración como una de las causas más comunes. Estos incluyen movimientos relacionados a la agricultura durante ciertos momentos del año —como el periodo de la zafra— o la emigración recurrente en busca de mejores oportunidades. Esta es una causa identificada en ciertas regiones específicas del país.
Mitigar
El estudio, además de preguntar sobre las causas identificadas, también busca entender qué estrategias se implementan para prevenir estas situaciones y si la cantidad de estrategias responde a las causas identificadas. Si bien las causas económicas fueron las más identificadas, las estrategias preventivas más comunes atendían problemas familiares o académicos.
Por ejemplo, el 50% dijo incrementar la comunicación con los padres, motivar a los estudiantes y visitar hogares como las estrategias más comunes. La motivación de los estudiantes, por ejemplo, es un caso interesante. Es una de las estrategias más implementadas pero una de las causas de deserción menos identificadas.
La data demuestra que las principales causas de exclusión educativa en Panamá, y en la región, son externas a los estudiantes. Hace falta coherencia entre las causas y las estrategias para mitigar el problema de forma efectiva.
Por otro lado, hace falta seguimiento y análisis a las soluciones que se plantean.
La Beca Universal, una transferencia de dinero no condicionada a cada estudiante por asistir a la escuela, tenía como meta mitigar el costo económico elevado de seguir asistiendo y funcionar de incentivo para la permanencia. No obstante, la falta de seguimiento, estudio y revisión de la efectividad de las medidas limita la verdadera capacidad de mitigación.
Realidad
Otro estudio, publicado por Unicef con apoyo del Ministerio de Educación titulado Las dimensiones de la exclusión en Panamá busca identificar claramente cuántos niños están fuera de la escuela y, en particular, identificar cuántos están en riesgo de exclusión educativa. El estudio lo define como exclusión potencial y exclusión efectiva, cuando ya el riesgo se materializó.
El estudio identifica la sobreedad como un concepto clave al entender la exclusión educativa. Se trata de la proporción de estudiantes que asiste a un grado con mayor edad a la que corresponde al mismo, según la normativa de ingreso.
Se plantea que la exclusión se explica por quienes fueron varios años estudiantes hasta que abandonaron la escuela. “Los datos también muestran que el abandono es el paso final de una acumulación de situaciones de fracaso”, se plantea en el documento. Si un estudiante repite uno o más grados durante su carrera educativa se encuentra en mayor riesgo de eventualmente abandonar su escolaridad y ser excluido del sistema. El repetir les genera una sobreedad al momento de cursar un año escolar.
Sobre-edad
Según datos del Meduca expuestos en el estudio, en 2020, de los 74,691 estudiantes matriculados en séptimo grado, o primer año de secundaria, 13,458 tenían un año de sobreedad y unos 7,234 tenían dos o más años de sobreedad.
La cantidad de estudiantes con sobreedad disminuye de un año al otro, lo cual podría indicar que esos estudiantes van abandonando, poco a poco, el sistema educativo.
Fuente: Las dimensiones de la exclusión en Panamá, UNICEF y Meduca
La evidencia demuestra que reprobar un grado incrementa las probabilidades de abandonar la escuela en el futuro. Incluso, repetir un grado dos o más veces en algún momento cuadruplica las probabilidades de abandono. Esta es la población que está en riesgo de exclusión.
Incluso, repetir un grado dos o más veces en algún momento cuadruplica las probabilidades de abandono. Esta es la población que está en riesgo de exclusión.
Riesgo
El estudio saca una cifra alarmante correspondiente al año 2020.
Evalúan que el 23.9% de todos los estudiantes del sistema están en riesgo moderado o grave de abandonar el sistema educativo. El nivel de riesgo es identificado en base a la cantidad de años de sobre-edad que presentan.
Por ejemplo, identifican a más de 17 mil estudiantes que asisten a pre-media que tienen riesgo grave de abandonar, pues tienen dos o más años de sobre-edad. Igualmente, son 35 mil estudiantes en ese nivel de escolaridad que presentan un riesgo moderado al tener un año de sobre-edad.
Excluidos
En cuanto a la exclusión efectiva —niños, niñas y adolescentes que están en edad de asistir pero no asisten a la escuela— el estudio estima que un 8.6% de la población potencial está excluida del sistema. Esto incluye primaria, pre-media y media.
Por ejemplo, a nivel de media, identifican a 56 mil estudiantes entre los 18 y 20 años que están fuera de la escuela y no culminaron su educación media. Eso corresponde a un 26.1% de la población de ese rango de edad. Igualmente, identifican a 24 mil adolescentes de 15 a 17 años que están fuera de la escuela. Las cifras disminuyen para pre-media y primaria, como ya hemos abordado.
Embudos
Se identifican lo que el estudio califica como “cuellos de botella”.
Se trata de momentos específicos en la trayectoria de escolaridad donde se dan situaciones que persisten y aumentan el riesgo de abandonar la escuela.
Por ejemplo, si bien hay variaciones a lo largo de todas las etapas, hay ciertos momentos donde se intensifican y se generan las mayores situaciones de repetir y abandonar. Estos se dan particularmente cuando se debe pasar de primaria a pre-media y de pre-media a media.
El 13% de los estudiantes no son promovidos en séptimo grado, primer año de pre-media. Mientras que el 11% no son promovidos en décimo grado, el primer año del nivel medio. Son cuellos de botella de la escolaridad.
Análisis
Para contextualizar el impacto del abandono en la situación educativa del país, el profesor universitario Victor López Cabreara hizo un análisis comprensivo de cómo él ve la problemática. Con más de 45 años como profesor universitario, actualmente enseña en la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP).
Sus estudiantes son jóvenes que no abandonaron la escuela ni fueron excluidos del sistema. Incluso, son un grupo selecto que logró pasar el riguroso examen de admisión de la UTP para cursar el primer año.
“La exclusión más allá de la deserción se da producto de la falta de una estrategia de sostenibilidad o acompañamiento con los estudiantes y las familias de los estudiantes,” dijo López Cabreara. “El estudiante no está aislado, sobre todo en primaria y pre-media […] la educación es dependiente directamente del entorno familiar y social del estudiante,” plantea.
Entorno
Considera que el tejido social que permea y rodea a los estudiantes genera actitudes adversas a las necesarias para mantenerse en la escuela y culminar con éxito.
A su juicio, se trata de un problema sistémico. Argumenta que el sistema de ayudas no condicionadas ha creado condiciones para que las actitudes, tanto en casa como al interactuar con el sistema educativo no sean las correctas.
“Yo, que estoy en la universidad, recibo los resultados de ese sistema educativo,” plantea. Agrega que los que si logran graduarse, que son la minoría de quienes ingresan en primer año de la universidad, luego se enfrentan a una realidad laboral adversa.
Meta
“La meta de un sistema educativo no es que la gente se gradúe […] la meta es que la persona aprenda,” argumenta López Cabreara.
Su análisis va de la mano con el concepto de la sobre-edad y el repetir años. Dice que es un ciclo vicioso, pues los profesores pasan a los estudiantes de año para evitar que repitan —y la estadística— pero éstos no necesariamente adquirieron los conocimientos necesarios para hacer frente a los contenidos que siguen.
Sobre las condiciones necesarias para que un estudiante se mantenga en la escuela, el profesor argumenta que son muchos factores los que deben alinearse, y muchos puntos de contacto del sistema con el estudiante que deben funcionar.
Puso como ejemplo el éxito deportivo de la más reciente medallista olímpica panameña: “Eso no sucedió en un vació […] la cantidad de personas que tuvieron que apoyar e impactar positivamente en la vida de Atheyna Bylon para que ella lograra ese éxito es similar a lo que tiene que suceder con un estudiante para que logre el éxito académico,” dijo.