Panamá: hub para bien ¿y para mal?

“Salven a las niñas afganas,” leía uno de los mensajes que sostenían dos jóvenes migrantes contra la ventana del Hotel Decápolis en la Avenida Balboa esta semana. Se trata de dos de las 299 personas de distintas nacionalidades que arribaron a Panamá a finales de la semana pasada en vuelos de deportación desde Estados Unidos.

El martes, Panamá despertó con un reportaje del New York Times donde se evidenciaba la concentración de estos migrantes en el hotel. Las imágenes eran impactantes y el reportaje narraba intentos de suicidio, lesiones por intentos de escape y desesperación.

¿Cómo llegamos hasta aquí y cómo ha reaccionado Panamá y su gobierno?

Cambio

El pasado jueves, 5 de diciembre, luego de declaraciones de Donald Trump —quien aún no había tomado posesión como presidente— sobre el tema migratorio, en las que mencionó a Panamá como un posible país receptor dentro del marco de deportación masiva que impulsaría su gobierno, la Cancillería se pronunció.

“A la luz del derecho internacional, no tenemos obligación de recibir deportados de otras nacionalidades que no sean la panameña,” decía el comunicado publicado a principios de diciembre. “Deseamos mantener relaciones con Estados Unidos siempre en el marco del respeto mutuo”.

Quince días después comenzaría la embestida diplomática llena de falsedades —liderada por Trump e impulsada por miembros de su gabinete y partidarios— en torno al tema canalero. Desde entonces, mucho ha pasado: Trump no ha parado de referirse al tema; su secretario de Estado, Marco Rubio, visitó Panamá; se agendó una llamada entre ambos mandatarios que nunca se dio; e incluso está de visita actualmente en Panamá el jefe del Comando Sur, el ala de las fuerzas armadas estadounidenses que trata con América Latina.

La llegada de personas deportadas por Estados Unidos a suelo panameño para ser repatriados desde aquí sucede en este contexto y genera preguntas sobre qué fue lo que se acordó.

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El pasado jueves, 13 de febrero, en conferencia de prensa, el presidente José Raúl Mulino anunció que había llegado el primer vuelo con migrantes deportados de Estados Unidos. “A través de un programa de cooperación con el gobierno de Estados Unidos requerido por ellos, solicitado por ellos, ayer llegó un vuelo de la Fuerza Aérea,” anunció Mulino.

En ese primer vuelo que llegó el miércoles, 12 de febrero, venían 119 personas. En los días siguientes, llegaron 180 más. “Vienen de Estados Unidos haciendo puente con Panamá,” dijo Mulino.

El presidente dijo, varias veces, que el costo monetario de ese “programa de cooperación” no lo estaba asumiendo Panamá sino la Organización Internacional de Migración y los Estados Unidos. También dijo que no se trataba de algo “masivo” y —a su estilo— minimizó la importancia.

Cancillería

Luego en la tarde, el vicecanciller, Carlos Ruíz, expandió la información en una rueda de prensa. Dijo que los vuelos llegaban “en el marco del memorándum de entendimiento” entre Panamá y Estados Unidos, refiriéndose a lo firmado en julio de 2024.

Dicho documento, si bien ambiguo —o amplio como lo describió el presidente— no contempla vuelos enviados con migrantes desde Estado Unidos, sino que se refiere a migrantes que entran a Panamá por la selva del Darién y son repatriados con ayuda de Estados Unidos. Mulino, en conferencia de prensa, dijo que se evalúa ampliar el memorándum en caso de ser necesario.

El vicecanciller manifestó desconocer las razones por las cuales no se deportaba directamente a estas personas desde Estados Unidos a sus países destino y aseguró que se trata de una solicitud que “sale directo desde Washington”.

Reiteró, una vez más, que todos los costos monetarios de esta operación corren por cuenta de los Estados Unidos y las organizaciones internacionales.

Apuro

En esa conferencia de prensa, el vicecanciller dio a entender que Panamá no controlaba los tiempos. “Esto es un favor que se hace, es una petición, una solicitud que se hizo con una premura, con bastante celeridad,” aceptó el viceministro.

En su momento, dijo que la “opción” que se tenía era alojar a los migrantes en un hotel de la localidad —el cual se supo después era el Hotel Decápolis— para que luego fueran trasladados a Darién, cuando esas instalaciones estuvieran listas. Ese traslado ya se dio con algunos de los migrantes.

Reiteró que se trataba de una “solicitud específica” y dijo que de momento no se tiene información de vuelos futuros bajo esta misma modalidad. “El presidente ha autorizado lo que ha autorizado”. Dijo, incluso, que esto no fue algo acordado durante la reunión bilateral entre Mulino y Rubio.

Reunión

No obstante, la posibilidad de utilizar Panamá como un centro de repatriación si fue mencionada por Mulino justo al salir de la reunión con Rubio.

Con el país a la expectativa de lo que podía acordarse en tal reunión —luego de semanas de ataques por parte de Trump— Mulino dijo que se abordó extensivamente el tema migratorio.

“Cualquier cosa que se vaya a hacer, le he ofrecido el área de la pista de Nicanor en Metetí, Darién,” dijo Mulino. Agregó, momentos después, que estaba seguro que la “reversión de migrantes iba a llegar en algún momento”.

Y dijo puntualmente lo siguiente: “Vienen para atrás, sea por la ruta o sea porque Estados Unidos los traiga para deportarlos desde aquí, pero esa reversión se puede dar, yo creo que es un factor que tenemos que tener en el mapa que puede pasar”.

La realidad es que en menos de 15 días desde esa reunión ambas cosas pasaron: llegó un grupo de migrantes a la frontera con Costa Rica que venía de regreso y Estados Unidos envió tres aviones con migrantes deportados para ser repatriados desde suelo panameño.

Detalles

En su conferencia de prensa de hoy el presidente Mulino dio detalles adicionales, pidiendo “dejar el morbo”. “Lo único que ha hecho Panamá, como otros países, es cooperar con este flujo migratorio que nos preocupa a todos”.

Reiteró que no se tienen previstos otros vuelos como estos y detalló la situación de estas personas.

De las 299 personas, 13 ya se fueron por retorno voluntario. Del total, 157 eran mujeres y 142 hombres. El grupo incluía 12 unidades familiares y 24 niños y niñas. Dijo que hay 97 personas ya en Darién esperando traslado y que otras ocho personas se sumarán a ese total en el transcurso del día.

Aún hay 175 personas en el Hotel Decápolis esperando trámite. Hay cuatro personas que se comprarán su pasaje de forma personal y una persona que —según Mulino— “llegó lesionado”.

¿Costo?

Si algo ha intentado dejar claro el Gobierno Nacional es que toda esta operación migratoria no le está costando un solo centavo a Panamá.

Por momentos, parece ser el enfoque y la narrativa: si no nos está costando nada, no nos debe molestar. El presidente Mulino incluso lo volvió a mencionar en su conferencia de prensa de hoy.

Pero, ¿cuál es el costo moral, social e internacional? ¿Cómo puede cuantificarlo Panamá?

En el escaso mes que lleva Trump en el poder, la política migratoria ha sido extrema y abrumadora. Esta semana, la Casa Blanca publicó un video donde mostraban migrantes encadenados abordando un vuelo para su deportación.

La administración de Trump hace alarde de su hostil manejo migrante.

También han habido reportes de personas cuyos familiares han sido enviados sin aviso a la base de Guantánamo, al sur de Cuba, como parte del programa de deportación, enterándose del paradero de sus hijos y hermanos por imágenes divulgadas desde la base militar.

La retórica en contra de la población migrante en Estados Unidos se ha intensificado en el último mes, con redadas en distintas ciudades y constantes anuncios por parte de las autoridades impulsando la “deportación voluntaria” de personas.

Panamá por su lado, ha reiterado una y otra vez su compromiso con su gran aliado, Estados Unidos, en combatir la “migración ilegal”.

Postura

La postura del presidente Mulino y su gobierno ante el tema es distinta a la que tuvieron los gobiernos anteriores, particularmente el de Laurentino Cortizo.

El primer indicio de un cambio fue el propio primero de julio, cuando, durante su discurso de toma de posesión, Mulino se refirió a quienes cruzaban la selva del Darién como “ilegales”. Hasta entonces, Cortizo solo había usado el término irregulares para referirse a estas personas.

En Panamá, pocas veces se han tomado posturas ideológicas o formales sobre estos temas. Nuestras circunstancias, en muchos casos, no lo exigen. Eso parece estar cambiando.

¿Es el apoyo de Panamá a la política de deportación de Estados Unidos un aval de sus prácticas y su ideología?

Trato

Mulino fue enfático en negar que se esté maltratando a los migrantes. “Hay que ser bien perverso para pensar que nosotros como panameños vamos a maltratar a esa pobre gente que son víctimas de una realidad que ojala ningún panameño se encuentre en ella,” dijo en conferencia de prensa.

Las reacciones fueron variadas. Por su lado, el diputado Ernesto Cedeño (MOCA 8-4) cuestionó el manejo del problema y la toma de decisiones. “Yo he objetado a que Panamá sea el Guantánamo de Centroamérica,” dijo, cuestionando que las personas no tengan libertad de movimiento.

Sobre este punto, el ministro de Seguridad, Frank Ábrego, dijo que las personas están bajo “protección” de Panamá y pidió no decir custodia “porque eso suena feo”. Sobre no permitirles salir del hotel, dijo que es por su seguridad y la de Panamá.

Realidad

Es una realidad que la migración masiva ha afectado a Panamá desde hace al menos una década. Mulino, en su conferencia de prensa, cuestionó la importancia que le está dando la ciudadanía y los medios a los 299 migrantes de este caso.

“Teníamos decenas de miles en el Darién hace un año y nadie decía nada,” manifestó. En parte, tiene razón, y es evidente que lo que sucede en el Darién —si bien reportado y contabilizado durante años— no parece impactar el imaginario nacional de forma directa.

En cierta medida, el vacío legal en el que estarían los migrantes enviados por Estados Unidos se asemeja a la situación de los más de un millón de migrantes que han cruzado la selva por el Darién en los últimos años.

La gran diferencia, evidentemente, es que quienes llegaban al Darién entraban al territorio nacional de forma voluntaria. Quienes envió Estados Unidos, fueron deportados por ese país y mandados a Panamá, sin elegir su destino.

Razón

Mulino aseguró que todo esto se trata de “un acuerdo bilateral de cooperación basado en reciprocidad”. Defendió la decisión de Panamá y aseguró no saber por qué Estados Unidos no tomó la decisión de deportar a estas personas desde su territorio.

Sobre el mensaje enviado en diciembre pasado y el cambio en postura, sostuvo que “las circunstancias […] varían de día a día” y agregó que las decisiones que está tomando Estados Unidos empujan a las personas al sur, por lo cual la presión recae en nuestros países.

Peligro

Al ver a periodistas afuera del Hotel Decápolis, varios grupos de migrantes enviaron mensajes con la intención de que estos fueran replicados. “No estamos seguros en nuestros países,” clamaban algunos.

De los 299 migrantes, no todos aceptarán una repatriación voluntaria a sus países. Las jóvenes afganas mencionadas anteriormente temen por su seguridad en caso de volver a Afganistán. El ministro de Seguridad, Frank Ábrego, se ha referido a los casos donde las personas no puedan volver y asegura que serán la OIM y la agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) las encargadas de encontrar un tercer país seguro donde puedan establecerse.

Sobre la posibilidad de que Panamá acoja a estas personas, Ábrego ha asegurado que no es el plan: “Si las personas quieren hacer las solicitudes a través de la Oficina Nacional para la Atención de Refugiados (ONPAR), ese es su derecho y las autoridades evaluarán los casos,” dijo Ábrego.

ONPAR es una dependencia del Ministerio de Gobierno. De momento, Ábrego ha sido claro, Panamá no está ofreciendo asilo a ninguno de estos migrantes ni que se queden en el país.

Momento

Toda esta situación ha generado preguntas y análisis. Panamá reitera —una y otra vez— su estrecha colaboración con Estados Unidos en distintos temas, particularmente el migratorio.

La actual política extrema y agresiva de Estados Unidos hacia los migrantes afecta la presión ejercida sobre Panamá y otros países.

¿Cómo puede repatriar o deportar Panamá a personas que entraron al territorio nacional con permiso de las autoridades?

Es un hecho que el manejo de estas personas ocurre al margen de las leyes actuales, pues es una situación completamente ajena a los trámites usuales.

Y es momento de plantear cuál es la real postura de Panamá ante la crisis migratoria global, que expertos aseguran solo continuará agravándose por causa del cambio climático.

La pro-actividad en torno a crear legislación y un marco regulatorio que prevea los posibles impactos de estos flujos de migración debe ser la meta.

Relación

De momento, la cooperación bilateral con Estados Unidos está indudablemente impactada por la embestida mediática y diplomática que continúa impulsado el gobierno de Trump en torno al Canal de Panamá.

Justo ayer, la embajada de ese país en Panamá publicó un comunicado sobre la visita del jefe del Comando Sur, Alvin Holsey, a suelo panameño. En él, se menciona directamente el interés de “resguardar el área del Canal de la influencia y control del Partido Comunista Chino”.

Ante esto, Mulino publicó un mensaje donde manifestó que la agenda bilateral no pasa por analizar situaciones que no son ciertas. Dijo, en conferencia de prensa, haber instruido al canciller que si el tema surge en la reunión con Holsey, el mismo debe ser desmentido y descartado.

“¿De dónde sacan semejante información? Y si la tienen, que la compartan, porque la verdad es que sería una gran novedad para Panamá,” dijo el presidente.

Holsey se reúne hoy con el canciller y con el administrador del Canal, Ricaurte Vásquez.

 

 

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