Panamá, entonces bajo la presidencia de Juan Carlos Varela, estableció relaciones diplomáticas con la República Popular de China el domingo, 12 de junio de 2017. En su momento, las reacciones fueron varias.
El diario La Prensa tituló su primera plana del 13 de junio con “Una nueva era entre Panamá y China”. En su editorial de ese día, llamó la decisión “un hito en la historia de las relaciones internacionales en la República de Panamá”.
“Tomaron una decisión fundamentada en la realpolitik y en el pragmatismo de mercado […] El anuncio de ayer ha sido el corolario de un proceso discreto y bien llevado que nos ha puesto de cara al futuro,” cierra el editorial.
¿Qué ha aportado China y cómo lo ha manejado Panamá? ¿Cuál es el futuro del que se hablaba en ese entonces y todavía puede Panamá aprovecharlo?
A medida que fueron pasando los meses, Panamá firmó más de dos decenas de compromisos comerciales, culturales y de intercambio con China. Casi de inmediato empezaron a surgir cuestionamientos sobre hacia dónde iba la relación y si Panamá estaba sacándole el mayor provecho.
En su momento, la joya de la corona era el prospecto de que fuera China quien financiara el proyecto del tren Panamá-David, idea previamente planteada por Varela, y que los chinos acogieron, llegando incluso a hacer un estudio de factibilidad. No avanzó, y ahora es Mulino quien impulsa el megaproyecto.
No obstante, desde entonces, empresas chinas han participado en importantes proyectos de infraestructura como la construcción del centro de convenciones en Amador, la construcción del nuevo puente sobre el Canal y la construcción de un millonario puerto de cruceros, también en Amador.
Ruta
Durante la conferencia de prensa que dio el pasado domingo el presidente Mulino, inmediatamente después de reunirse con el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, anunció que su gobierno tomó la decisión de no renovar el memorándum de entendimiento que tiene Panamá con China sobre la Ruta de la Seda, conocida en inglés como la Belt and Road Initiative.
“Eso es así,” sentenció durante la conferencia.
Incluso, agregó que buscaría los mecanismos para “terminarlo antes”. En otra conferencia de prensa hoy jueves, 6 de febrero, adelantó que el embajador de Panamá en Beijing ya presentó la documentación correspondiente para dar por terminado el convenio.
“No sé qué animó en su momento a quién firmó eso con China […] ¿Qué ha traído para Panamá en todos estos años? ¿Cuáles son las grandes cosas que ha traído al país?” planteó Mulino a los periodistas.
Plan
La Ruta de la Seda es la gran apuesta a nivel internacional del líder chino Xi Jinping. Inspirada en la antigua ruta comercial que cruzaba de China hacia Occidente, su objetivo es estrechar los vínculos del gigante asiático con Europa, Medio Oriente, África y América Latina.
El gobierno chino lanzó la iniciativa en 2013 y más de 100 países se han sumado a la misma desde entonces. La adhesión de Panamá fue clave, pues fue el primer país latinoamericano en hacerlo. Desde entonces, otros 20 países de la región se han unido.
En el memorándum ligado a la Ruta se detallan algunas de las metas, como el “fortalecimiento de la cooperación y promoción de la conectividad regional”. El documento también se refiere a la cooperación bilateral y el respeto de los intereses de cada una de las partes.
En cuanto a infraestructura, el memorando plantea que “los dos participantes conducirán cooperación [en] infraestructura en áreas de interés mutuo, como carreteras, ferrocarriles, puentes, aviación civil, puertos, canales y energía”.
A nivel global, el conocimiento y capital chino se ha esparcido. No obstante, críticos de la iniciativa cuestionan las motivaciones geopolíticas de China y los retos del endeudamiento de ciertos países que aceptan financiamiento para grandes obras y luego no se ven en capacidad de pagarlas.
Tiempos
En su sección final, el memorándum detalla los mecanismos para dar por terminado el mismo. El documento tiene una vigencia de tres años y sería renovado automáticamente a menos de que una de las partes comunique a la otra, con al menos tres meses de antelación, que no quiere la renovación.
Al estar vigente, quiere decir que la renovación sucedió sin novedad en noviembre de 2020 y noviembre de 2023 respectivamente. Si Panamá ya presentó la documentación diplomática correspondiente, en 90 días el convenio habrá perdido su vigencia.
La administración de Donald Trump, por su parte, celebra la decisión de Panamá de salirse de la Ruta de la Seda y califica la misma como un “logro del presidente Trump”. Así lo manifestó el martes la vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt.
Sobre esas declaraciones, el presidente Mulino rechazó la noción de que Estados Unidos dicte la agenda internacional de Panamá. “Es una falta de respeto que usted me diga eso en la Presidencia de la República […] La política internacional la dirijo yo por institución y el presidente soy yo,” le dijo a una periodista.
Agregó que ya tenía pensado tomar esa decisión antes de la reunión con Rubio. Pero en cuanto a si habría evaluado romper relaciones diplomáticas con China, respondió con un tajante “no”.
¿Amigos?
Sin duda, las relaciones entre Estados Unidos y Panamá están en su momento más tensos en las últimas décadas. La embestida de mentiras y falsedades que impulsa el presidente Trump y su administración impactan no solo la capacidad de respuesta de Panamá sino la psicología de la ciudadanía.
Si bien Mulino intentó tranquilizar a la población, asegurando que no considera en peligro la soberanía del Canal, el discurso de Trump no se ha enfriado. Las instituciones y los funcionarios nombrados por el errático presidente estadounidense replican su discurso y generan confusión.
“Ellos han ofrecido muchas cosas pero no estoy satisfecho,” dijo Trump ante los medios de su país luego de que Rubio se fuera de Panamá. Ahora, la expectativa pasa al viernes, pues el presidente Trump adelantó que sostendría una llamada con Mulino en la tarde de ese día.
En la conferencia de prensa de hoy, Mulino aclaró que no ha recibido confirmación oficial sobre esa llamada por parte de la embajada estadounidense y que, si se da, está listo para tomarla.
Confianza
La noche de ayer miércoles, 5 de febrero, el Departamento de Estado de Estados Unidos publicó, en su cuenta oficial de X, una imagen donde aseguraba que “el gobierno de Panamá ha aceptado no cobrar peajes para embarcaciones del gobierno estadounidense para transitar por el Canal de Panamá. Esto le ahorra al gobierno estadounidense millones de dólares al año”.
Esta publicación se da en el contexto de la política interna de los Estados Unidos, la cual se ha centrado en los últimos días en el recorte masivo de costos a nivel federal, con el multimillonario Elon Musk liderando los esfuerzos. El enfoque de que esto representaba un recorte presupuestario para ese país no es casualidad.
Tras más de tres horas de silencio por parte de las autoridades panameñas, el Canal de Panamá finalmente publicó un comunicado donde aseguró que lo planteado no era cierto. “La Autoridad del Canal de Panamá, facultada para fijar los peajes y otros derechos por transitar el Canal, comunica que no se ha realizado ajuste alguno a los mismos”.
No obstante, la entidad agregó que está a disposición para entablar un diálogo con funcionarios estadounidenses respecto al tránsito de los buques de guerra de ese país.
Por los manejos —y por la impredecibilidad del gobierno de Trump— surgen muchas dudas sobre qué se ofreció entre los países, qué se acordó y cómo se llevaría a cabo. En estos momentos, creer a ciegas lo que comunique Estados Unidos, no parece ser viable.
Por otro lado, la falta de confianza en las instituciones nacionales y la percibida escasa comunicación al respecto de este tema deja un importante vacío de información para los ciudadanos panameños.
Rechazo
“A mi me sorprende muchísimo el comunicado del Departamento de Estado,” dijo Mulino en conferencia hoy.
“Planteo mi rechazo absoluto que sigamos explorando la vía de manejar la relación bilateral sobre la base de mentiras y falsedades,” dijo Mulino sobre el manejo que ha dado Estados Unidos al tema.
“He tratado de conducir esto cómo se deben conducir las relaciones internacionales, de buena fe,” agregó y volvió a manifestar su rechazo al comunicado.
“Hay muchos más intereses que nos unen que unos peajes por el Canal. Que además, no llegan ni a $10 millones anuales para un país como Estados Unidos,” dijo Mulino.
Vacío
Mucho se dice de que la República Popular de China aprovechó los vacíos que dejó Estados Unidos a nivel diplomático y de influencia, particularmente en América Latina. Declaraciones del ex-embajador de Estados Unidos en Panamá, John Feeley, sobre su tiempo en nuestro país durante la primera administración de Trump, evidencian justamente esos miedos.
Feeley, quien eventualmente renunciaría a su cargo por diferencias profundas con Trump y su manejo del Departamento de Estado, cuenta cómo intentó reiteradas veces activar las alarmas en Washington sobre la posible injerencia china en Panamá y los avances que sospechaba estaban haciendo gobernantes panameños para acercarse a China.
En una entrevista con la revista The New Yorker, publicada en 2018, cuenta cómo varias veces le preguntó al entonces presidente Varela sobre posibles relaciones con China. Según él, Varela fue evasivo mientras que evidentemente se avanzaban negociaciones y se planificaba el cambio.
“La nueva administración [estadounidense] no estaba interesada en la región,” concluye.
Potencias
Esta postura —y la percepción de Feeley durante la primera administración de Trump en cuanto a China— es llamativa, pues no es que Trump no mencionó a China durante su primer mandato. De hecho, la guerra comercial que mantienen ambos países hoy día, con aumentados aranceles y restricciones al comercio, comenzó durante esa administración pasada.
Era común que Trump se refiriera a China como un enemigo, retórica que se agravó al comenzar la pandemia del COVID-19. Sin embargo, el tema canalero no surgió en el contexto de la relación con China o de la influencia china en el país durante esos primeros años.
Mucho se ha analizado sobre las diferencias entre Trump 1.0 y Trump 2.0. Uno de esos aspectos es su política exterior, más agresiva, directa y de confrontación. Además, no rehuye de la región, cómo argumentaron algunos que hizo durante su primer mandato.
Luego de la renuncia de Feeley a inicios de 2018, no hubo un embajador estadounidense en Panamá hasta la entrega de credenciales de Mari Carmen Aponte en noviembre de 2022, casi cinco años después. Aponte estuvo en el cargo hasta el final del gobierno de Joe Biden. Mientras tanto, el embajador nombrado por Trump, Kevin Marino, no ha sido confirmado por el Senado y por lo tanto no ha llegado a Panamá.
Reacción
En cuanto a la reacción desde Beijing a la saga canalera que nació de la iniciativa trumpista, tanto la embajadora de China en Panamá como la cancillería en su capital se han pronunciado.
El portavoz de la cancillería china respondió a una pregunta sobre Panamá diciendo que espera que “las partes pertinentes afiancen la confianza y resistan las interferencias externas para tomar decisiones correctas”.
Agregó que Estados Unidos ha hecho declaraciones “irresponsables sobre la cuestión del Canal de Panamá, distorsionando intencionalmente e incluso atacando y desacreditando las cooperaciones”. Así lo tradujo y comunicó la embajada china en Panamá.
Por su parte, la embajadora china en Panamá, Xu Xueyuan, publicó un artículo de opinión en el diario La Estrella donde cuestionó las intenciones de Estados Unidos y —en lo que se podría leer como un tono burlesco— resaltó las incongruencias del discurso actual de Estados Unidos.
“Panamá es tan importante para Estados Unidos que este no puede tolerar que Panamá coopere con China. Estados Unidos estableció relaciones diplomáticas con China en 1979, y ¿por qué, cuando Panamá hizo lo mismo 38 años después, Estados Unidos reaccionó con tanta furia? El establecimiento de relaciones entre China y Panamá fue transparente y honrado, sin operaciones encubiertas ni transacciones de dinero,” publicó la embajadora.
Capacidad
Todo indica que la saga canalera continuará y seguirá interfiriendo con la agenda nacional que buscaba impulsar el presidente Mulino. Si se da la llamada con Trump mañana viernes, podríamos tener más luces sobre los posibles escenarios.
Mientras tanto, es evidente que las relaciones bilaterales, con ambas potencias mundiales, se deterioran. En conferencia de prensa, Mulino fue cuestionado sobre la búsqueda de apoyo internacional para hacer frente a los ataques y a las falsedades. El presidente respondió que él “no necesita compañeros de viaje para defender [el] interés nacional”.
Sobre las estrategias que podría implementar Panamá, dijo que las tiene pero no las va a ventilar con los medios de comunicación. “El presidente soy yo,” reiteró varias veces. Sus declaraciones recibieron reacciones mixtas, con algunos aplaudiendo la actitud combativa del presidente en lo que fue su conferencia más fuerte ante las amenazas de Trump.
Otros cuestionaron la dirección de su enojo hacia los periodistas. “Sigan tomando café y opinando,” dijo el presidente sobre los cuestionamientos y preocupaciones que se ventilan en los medios de comunicación.
Sin duda, el tema pone los sentimientos a flor de piel y las carencias que existen en nuestro sistema político, diplomático y social salen a relucir.