Tridente de retos y propuestas: CSS, la constituyente y el tren

Tridente de retos y propuestas: CSS, la constituyente y el tren

El presidente electo José Raúl Mulino parece estar consciente de los monumentales e inminentes retos que tiene por delante luego de tomar posesión el próximo lunes, 1 de julio. Mulino y su equipo de trabajo deberán balancear una realidad financiera crítica con la expectativa ciudadana de generar empleo, aumentar la inversión y —en términos martinellistas— poner chen chen en el bolsillo del electorado.

La promesa del chen chen, y la legitimidad que le dio el expresidente Ricardo Martinelli en base a los tiempos de bonanza durante su quinquenio, pusieron a Mulino en la presidencia. ¿Podrá cumplir? ¿Hay chen chen para circular?

En entrevistas recientes el presidente electo asegura que “trabajarán duro” para lograrlo. A su vez, advierte que “todos los números están en rojo” al referirse a la situación financiera del país. Compaginar la realidad con la expectativa será un reto constante para Mulino.

Podríamos categorizar las situaciones a enfrentar por la siguiente administración en tres tipos: los problemas tangibles que ya sabe enfrenta, las prioridades establecidas y las promesas hechas durante la campaña. La crisis de la Caja de Seguro Social, el proceso constituyente y la mega obra del tren Panamá-David son ejemplos de cada una de estas categorías.


Diagnóstico

La Caja de Seguro Social, igual que muchos de su pacientes, se encuentra en una condición crítica. Durante la presidencia de Martín Torrijos, se modificó la estructura del Fondo de Invalidez, Vejez y Muerte para postergar la crisis financiera de ese programa.

En cambio, el fondo fue dividido en dos sistemas: el antiguo, donde los trabajadores presentes pagan la jubilación de quienes cumplen sus aportes, y el nuevo, donde cada trabajador paga no solo a un fondo común como en el antiguo, sino también a un fondo individual que ayudaría a cubrir sus necesidades una vez jubilados.

El problema de esta división es que dejó al sistema antiguo —llamado de beneficio definido— sin nuevos entrantes, por lo cual las jubilaciones comenzaron a comerse las reservas de tal fondo, agotándolas este año. Esto significa que las jubilaciones a futuro deberán ser pagadas, probablemente con aportes del Gobierno Central, probablemente con deuda.

La proyección de pago no es nada favorable. Según la Organización Internacional del Trabajo, los aportes que debe hacer el Gobierno Central a la Caja de Seguro Social para cubrir el déficit del IVM subirán paulatinamente desde $1,000 millones hasta $7,000 millones anuales hacia el cierre de las próximas tres décadas, monto que deberá ser cubierto por el Tesoro Nacional de no encontrar otras fuentes de financiamiento.

Adicionalmente, la Caja de Seguro Social está sufriendo de un fuerte desgreño administrativo, con múltiples críticas elevadas en contra de su política de contratación de funcionarios y un sistema de provisión de salud caracterizado por fuertes demoras, desabastecimiento de medicamentos y trato deficiente para los pacientes.


Velocidad

Mulino ha reiterado que abordará inmediatamente el tema de la CSS. Dice tener un grupo de expertos nacionales y extranjeros que lo asesoran en el tema, pues admite no entender de actuaría —la evaluación de riesgos— y otros temas técnicos. Es una de las cualidades refrescantes que ha demostrado Mulino durante los meses de transición. No rehuye a decir que no sabe de un tema en particular, por lo cual se presenta como genuino.

Asegura que considera la seguridad social como parte integral del sistema económico del país. “El seguro social es fundamental, es la columna vertebral del sistema económico” manifestó en una entrevista con el diario La Estrella.

Adelantó que el primer paso para atender el tema será convocar a los presidentes de todos los partidos políticos del país para lograr lo que llama “el mínimo consenso político necesario” para avanzar con las reformas necesarias. Su equipo técnico elaborará una propuesta sobre el tema, la cual divulgará a la ciudadanía y entrará a discutir en la Asamblea.

Tomando posesión el 1 de julio, Mulino apuesta a lograr estas reformas durante la primera legislatura. “Ese tránsito por la Asamblea termina antes de la Navidad. Le quiero meter mucha energía política a ese tema dentro del mejor ambiente de tranquilidad y paz que se pueda llevar en el país”, dijo.


Plan

Sobre cuáles podrían ser las soluciones, no ha sido concreto. El mandato del actual director de la CSS termina en septiembre de este año, por lo cual por al menos dos meses deberá trabajar con la administración entrante liderada por Mulino. El presidente electo ha sido crítico de la actual junta directiva y ha dicho que la posición de director general se llevará a concurso.

Mulino parece estar consciente de lo mucho que pueden convulsionar a la ciudadanía las decisiones que se tomen en torno al tema de la CSS. Podría ser una estrategia atinada abordar el tema temprano. No obstante, deberá consensuar con una Asamblea dividida luego de una elección que sacó a relucir carencias en el sistema de partidos con liderazgos nuevos y, en algunos casos, poca experiencia legislativa. Esto, para luego enfrentar la respuesta ciudadana a lo que ahí se pretenda aprobar.

“Yo sé que va a ser complicado, pero no imposible”, asegura Mulino sobre abordar, y solucionar, la crisis del sistema de pensiones.


Constitución

Cuando Mulino heredó la campaña presidencial iniciada por el expresidente Ricardo Martinelli ya el compromiso con la constituyente era una realidad. En reunión con la Comisión de Estado por la Justicia, Martinelli dijo ante ese panel que impulsaría desde la presidencia una constituyente originaria. El mecanismo llamó la atención desde ese momento.

“Nosotros estamos proponiendo hacer en Panamá una Asamblea constituyente originaria, con un tribunal constitucional, porque verdaderamente tenemos que cambiar la forma de hacer las cosas y la forma de hacer justicia”, dijo Martinelli el 5 de febrero, acompañado de Mulino, en ese entonces su candidato a vicepresidente.

Mulino ha mantenido esa línea. Dice que es prioritario para su gobierno impulsar cambios integrales al sistema constitucional.

No habla de reformas a la constitución, ni “parches”, como llama a lo que se ha hecho en el pasado. Se refiere, una y otra vez, a una asamblea constituyente con poder popular que discuta y llegue a un consenso.

Sin embargo, pistas de lo que plantea en esa dirección afincan la idea de una constituyente originaria como inicialmente planteó Martinelli antes de asilarse en la embajada de Nicaragua.


Mecanismos

La constitución actual contempla reformas totales a la carta magna a través de una constituyente paralela. Esta podrá ser convocada por el presidente de la República. Se elegirán a 60 diputados constituyentes y estos elaborarán un documento que después sería sometido a referéndum nacional.

Esto parece no ser lo que contempla Mulino como la vía para cambiar la Constitución. En entrevista con La Estrella, explicó un poco el mecanismo que emplearía, asegurando que el mismo debe ser analizado y concretado después de consultar con el Tribunal Electoral una vez tome posesión.


Propuesta

El presidente electo propone convocar a una elección de constituyentes para elegir una Asamblea con mandato popular para redactar una Constitución. En la entrevista mencionada, hizo referencia al turbulento proceso constituyente de 1946, cuando se convocaron a elecciones nacionales, se nombró un presidente provisional de la República y se adoptó una nueva Constitución.

Agrega que tal cual se hizo en 1946, presentaría a los constituyentes un proyecto, o un borrador, para elaborar la nueva constitución sobre marcos ya previstos. Parece contemplar un mecanismo donde la asamblea constituyente, escogida mediante elecciones, trabaje sobre un proyecto constitucional mientras el Estado se mantiene funcionando bajo la constitución actual.

“Se va a hacer una nueva constitución que empezará a regir cuando corresponda a través de sus propios términos”, dijo en la entrevista con fecha del 4 de abril.

Mulino asegura que el proceso que propone será innovador. Hace unas semanas anunció al abogado constitucionalista Miguel Antonio Bernal como asesor presidencial para estos temas. Bernal ha abogado, por años, por un proceso constituyente.

De los asesores nombrados por Mulino, es el único que no ha dado declaraciones luego del anuncio, probablemente a espera de una postura más contundente y una hoja de ruta delineada por parte del presidente electo.

“Es la reforma del Estado hecha con mandato popular”, dice Mulino, quien asegura haber estudiado el tema, considerando que es la mejor vía. Quiere evitar, también, que el proceso quede en nada. Puso como ejemplo el caso de Chile, donde dice que se hizo una nueva constitución y luego quedó “al garete” pues el documento final fue rechazado vía referéndum.

“Es cambiar la constitución en democracia, de forma pacífica e incluyente, porque muchas veces los países llegan a hacer constituciones como resultado de una revuelta de Estado”, analizó Mulino.

Sobre los mecanismos de la elección, dijo tener que consultar con el Tribunal Electoral. El proceso de constituyente contemplado en la Constitución actual habla de 60 diputados. Mulino en su momento dijo que piensa que 50 o 51 son suficientes, otro indicio de que no planea apegarse a esa normativa.


Reacciones

Desde que Mulino hizo eco de la propuesta de Martinelli y mencionó la palabra originaria, se generaron reacciones adversas. Algunos cuestionan la necesidad de impulsar un proceso que daría vía libre para suspender mandatos. El hecho de que sea un mecanismo impulsado desde el Ejecutivo fuera del marco constitucional actual hace que el mismo genere dudas e incertidumbre de que se preserve el Estado de Derecho y las garantías constitucionales mientras se lleva adelante este proceso.

¿Cuánto poder tendrían los constituyentes elegidos? ¿Cómo se compagina ese poder con el poder del legislativo electo el pasado 5 de mayo, el Gabinete nombrado y la Corte Suprema de Justicia actualmente constituida?


Tiempos

Mientras tanto, Mulino ha dicho que la constituyente sería algo que le gustaría impulsar “los primeros meses de su gobierno». El proceso, se haga como se haga, es turbulento y tiene una alta carga política, pues es llamar a otra elección, impulsar a las personas a votar, escuchar propuestas y sintonizar con la situación política.

Todo esto, luego de una campaña presidencial que se percibió larguísima, una situación social y económica delicada, y un mensaje contundente enviado en las urnas el 5 de mayo.

El presidente entrante podría estar abarcando mucho en los primeros meses de su mandato, pues son dos huesos difíciles de roer: reformas a la CSS y cambios constitucionales llamando a una nueva elección. En el pasado, Mulino ha desestimado los cálculos sobre capital político y capacidad de ejecución. Dice que se pueden hacer varias cosas a la vez. De avanzar con sus propuestas, pondría a prueba su hipótesis.


Megaobra

Desde un inicio de la campaña, tanto Martinelli como Mulino adoptaron la propuesta del tren Panamá-David como propia. Inicialmente hablado durante el gobierno de Juan Carlos Varela (2014-2019) —luego de establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China— la propuesta de hacer un tren de carga y pasajeros entre la capital y la ciudad chiricana cobró relevancia durante este quinquenio nuevamente.

Particularmente, durante las protestas y cierres de octubre pasado en torno al contrato minero, la necesidad de una ruta alterna de carga entre ambos extremos del país se volvió prioritaria y evidente.

Al igual que los otros dos ejemplos abordados, Mulino ha dicho que esta obra sería una prioridad para su gobierno, pues la considera necesaria para el desarrollo. Podría ser, evidentemente, una de las apuestas al crecimiento económico y la generación de empleo. Las obras de infraestructura durante el gobierno de Martinelli (2009-2014) impulsaron mucha de esa bonanza.


Posible

Surgen dos principales preguntas al hablar de una megaobra de este tipo: el costo y la sostenibilidad. En su momento, hacia finales del gobierno de Varela, la República Popular China presentó un estudio de viabilidad para la obra. Se habló de un monto de $4,100 millones para ejecutar la obra. Eso, hace casi siete años.

Con todos los números en cuanto a finanzas públicas en rojo, Mulino ha ponderado en entrevistas y declaraciones la opción de avanzar con un modelo de asociación público-privada para llevar adelante la obra. Aún así, persisten dudas sobre la rentabilidad y preguntas sobre el funcionamiento del mismo.

Su actitud hacia el tema es una de ejecución. “No perderé dos años viendo si es viable”, dijo en entrevista con La Estrella.


Claves

Esta semana el presidente electo anunció que el ingeniero Roberto Roy se une a su equipo de trabajo como consultor en materia de ingeniería y construcción. En conferencia de prensa el miércoles 21 de junio, Mulino se refirió al tren como “la obra más importante” de su gobierno. Además, anunció la designación de Henry Faarup, ingeniero civil y empresario, como encargado de la megaobra.

Faarup se dirigió a los medios y adelantó que la obra será complicada pero apoyará al desarrollo del país. Advirtió que se tocarían muchas propiedad privadas, por lo cual pidió cooperación.

Tal cual como exploramos en notas previas a la elección, el electorado que votó por Mulino, e incluso algunos que no lo hicieron, abordaron la campaña con un sentimiento de nostalgia por tiempos de bonanza y crecimiento. La presidencia de Martinelli, gobierno en el cual participó Mulino, se caracterizó por grandes obras de infraestructura, particularmente la línea 1 del Metro de Panamá. Dejar legados tangibles y útiles, que impactan positivamente la vida diaria de las familias panameñas probó ser efectivo.

El tren de Panamá a David podría ser esa obra para Mulino, no solo por un tema de legado sino de movimiento y dinamismo económico, reto clave que enfrenta el presidente entrante.


Expectativa

Entre los retos a enfrentar, las prioridades establecidas y las promesas hechas, Mulino ha creado un ambiente de expectativa de cara a sus primeros meses de gobierno.

El gran desafío será compaginar cada uno de los aspectos de lo que él evidentemente espera sea el inicio de su gobierno y el legado que deje al país. La meta será cumplir y mantener la gobernabilidad y la famosa paz social mientras se abordan temas trascendentales.

Mucho advertimos que el quinquenio que comienza el 1 de julio sería definitivo para el futuro del país. Ahora, a la puerta de ese inicio, Mulino deberá encontrar como unir esfuerzos, con retos y oportunidades.