El presidente José Raúl Mulino se sentó entre su ministro de Seguridad, Frank Ábrego, y el secretario de Defensa de los Estados Unidos, Pete Hegseth, mientras firmaban un Memorándum de Entendimiento entre ambas naciones. Por momentos serio, luego reído, Mulino vio detenidamente como Hegseth y Ábrego firmaron el documento, uno por uno.
El presidente actuó como testigo de la firma del acuerdo y todos los panameños actuamos como testigos de la historia.
Si bien el contenido completo del memorándum no ha sido publicado, el periplo de Hegseth por Panamá resultó en dos principales concesiones: el retorno y aumento institucionalizado de tropas estadounidenses a suelo panameño y la aceptación de un acuerdo que de paso expedito —y libre de costo— para buques militares estadounidenses por el Canal de Panamá.
Retorno
Se acordó, entre otras cosas, “restablecer [una] presencia conjunta” de militares estadounidenses y de la fuerza pública panameña en la antigua base naval de Rodman, la antigua base aérea de Howard y en el viejo Fuerte Sherman en Colón. En Sherman, además, se volverá a poner en uso la escuela militar para la jungla.
Se trata de una ampliada presencia norteamericana en el país, particularmente en las dos entradas del Canal de Panamá. Si bien desde la reversión del Canal se conoce que Estados Unidos ha continuado apoyando los esfuerzos de seguridad panameña con entrenamiento y equipamiento, lo firmado en el memorándum marca el inicio de una nueva era. O, dirían algunos, el retorno a una pasada.
Estas concesiones se unen a la lista de decisiones tomadas por la actual administración en torno a la crisis diplomática que surge de la arremetida del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, al Canal, la supuesta interferencia china en su funcionamiento y su empedernido deseo de “recuperar” la vía.
En Nueva Nación hemos mencionado cómo integrantes de su gabinete y gobierno tienen la tarea de formalizar y aterrizar —agregando tecnicismos y detalles— los deseos y promesas de Trump. Esta vez fue el turno de Hegseth quien logró, por escrito, que se apruebe la presencia militar estadounidense en ambas entradas del Canal de forma “rotativa”.
Ubicación
Cuando el secretario de Estado, Marco Rubio, visitó Panamá en febrero, el discurso se enfocó en los puertos de Balboa y Cristóbal, operados por una empresa basada en China. Argumentó que los mismos eran controlados por el Partido Comunista Chino y que eso era “inaceptable” para Estados Unidos.
Fue durante la visita de Rubio que Panamá hizo su primera concesión: Mulino anunció que nos saldríamos de la Ruta de la Seda, una estocada a las relaciones entre China y Panamá. Esta decisión fue aplaudida, y agradecida, por Hegseth esta semana.
Sobre los puertos —los cuales son sujeto de una transacción multimillonaria que podría resultar en la cesión de su administración a una empresa estadounidense— oficiales del gobierno de Trump han repetido hasta la saciedad que el “control chino” de los mismos representa una amenaza para el hemisferio.
Panamá parece coincidir, pues ahora Estados Unidos tendrá presencia en ambas entradas del Canal con tropas rotativas en Colón y en el Pacífico, al borde de la ciudad de Panamá. El discurso en torno al retorno comprende, puntualmente, la seguridad del Canal de Panamá y la cooperación en materia de seguridad.
Ubicación de los puertos y las bases
que tendrán presencia estadounidense
en relación a las esclusas del
Canal de Panamá.
Fuente: Google Earth
Peajes
Además del acuerdo en materia de «cooperación en seguridad», se anunció la intención de idear un mecanismo para asegurar el paso prioritario y gratis de buques de guerra estadounidenses por el Canal de Panamá. Este fue otro punto de contención en los comunicados no conjuntos, pues Panamá tradujo la frase «first and free», como «primero y libre», cuando en realidad se refiere a gratis.
El mecanismo no ha quedado claro, pues se puso sobre la mesa que el mismo deberá apegarse al Tratado de Neutralidad y a la Constitución panameña.
Desde que se anunció que se llegaría a un acuerdo, el ministro del Canal ha intentado aclarar las dudas, asegurando que se trata de un «costo neutro». Esto, a su entender, no es lo mismo que gratis. Se habla de que Estados Unidos podría hacer algo para «pagar» los peajes en especie mediante la cooperación en materia de seguridad.
Expertos coinciden que los detalles del Tratado de Neutralidad son claros. El mecanismo que se decida será ampliamente analizado.
En cuanto al costo en sí, se estima que, en un año, las fuerzas armadas estadounidense pagan peajes que oscilan alrededor de los $10 millones por todas sus embarcaciones.
Mensajes
La semana pasada, una foto de tropas estadounidenses, en uniforme, sentadas afuera de su hotel en la Calle Uruguay, en el centro de la ciudad, causó revuelo. Expertos coincidían, las tropas extranjeras no deben circular por la ciudad en uniforme, sino vestidos de civiles.
A una semana de eso, es evidente que las casualidades no suelen rodear estos temas. Si algo controla la administración Trump, son las apariencias, las visuales y los mensajes implícitos.
Hegseth inició su día en Panamá con un entrenamiento físico tipo militar en la Cinta Costera y acto seguido visitó la presidencia ensacado. Luego, se cambió de ropa para visitar el Canal de Panamá contrastando el saco y corbata del administrador Ricaurte Vásquez con su pantalón cargo, su camisa fresca y sus botas militares.
Al igual que Rubio, Hegseth solo visitó las esclusas originales del Canal, pasando por alto, como lo han hecho por meses, las esclusas del Canal ampliado.
Soberanía
Luego de la firma de los acuerdos, un periodista panameño le preguntó a Hegseth sobre la soberanía de Panamá y si Estados Unidos la reconocía y respetaba. Hegseth, con una sonrisa particular, dijo: “Entendemos que el Canal de Panamá está en Panamá”.
El debate sobre la soberanía de Panamá es uno que genera reacciones viscerales, emocionales y decididas. El reconocimiento o no de la soberanía panameña fue el tema de discordia de la visita de Hegseth, pues en un comunicado conjunto que resultó tener distintas versiones, la versión panameña tenía una oración de más sobre el reconocimiento por parte de Estados Unidos de su soberanía. Por su parte, el comunicado publicado por el Departamento de Estado obviaba esa oración.
Sí, Hegseth se refirió a la soberanía de Panamá, pero la contextualiza: “La protección de la soberanía de Panamá de la influencia maliciosa es importante,” fue como describió sus esfuerzos.
¿Qué es la soberanía panameña?
Para Estados Unidos parece ser la ausencia de presencia china y
el aumento de la presencia estadounidense.
Cuando le tocó a Ábrego hablar, intentó dejar claro lo que Hegseth no pudo. “Panamá en ningún momento ha cedido soberanía sobre el Canal de Panamá ni ninguna de sus áreas adyacentes,” dijo el ministro de Seguridad.
¿Cómo define Panamá su soberanía? Esta pregunta encapsula muchas otras, y es que, desde que comenzó esta crisis, no queda clara la meta de Panamá. Sabemos qué quieren los estadounidenses pero, ¿qué quiere Panamá?
Estas concesiones otorgadas en materia de seguridad, en los peajes del Canal, en la relación con China, en la aceptación de migrantes deportados, ¿en qué se traducen para Panamá? Sin duda estamos cediendo, ¿pero bajo qué reglas y con qué fin?
¿Tiene Panamá soberanía si vuelven tropas estadounidense de forma “rotativa” a las bases que antes eran suyas? Esto, sumado a la importancia de la percepción internacional de la soberanía panameña, particularmente en torno al Canal y a su funcionamiento, nos hace cuestionarnos qué define nuestra soberanía y cómo se conserva.
Si algo nos ha demostrado nuestra historia es que la soberanía es un proceso, y un retroceso puede salir caro.
Respuesta
Por su parte, las respuestas del gobierno chino al tema canalero son cada vez más directas y contundentes. Incluso, ya no solo responden a Estados Unidos, sino que también envían mensajes claros al gobierno de Panamá y su manejo del asunto.
En la más reciente declaración emitida por la cancillería de China desde Beijing, plantearon lo siguiente: “Todo el mundo sabe quién quiere controlar el Canal de Panamá. La parte estadounidense debería mirarse en el espejo para ver quién amenaza realmente la soberanía, la seguridad y el desarrollo de otros países”.
Sin embargo, la última línea del comunicado tiene otro receptor: “Al mismo tiempo, quiero subrayar que ceder o hacer concesiones no traerá soberanía ni respeto, no hará más que alimentar la arrogancia y el abuso”.
A inicios de año, podíamos argumentar que las relaciones con ambos países sufrían. Ahora, el gobierno de Mulino se ha volcado a enmendar su relación con el gigante norteamericano, poniendo en el congelador a su contraparte china.
En un mundo cambiante, errático e impredecible, la apuesta tiene peso.
Legado
El mundo bajo el segundo mandato de Donald Trump es errático e impredecible. Para prueba, la debacle arancelaria, la cual en tres meses ha desconfigurado el mercado de valores mundial y generado incertidumbre generalizada.
Situaciones como las que enfrenta Panamá no suceden en un vacío y sus repercusiones probablemente duren más de lo que durarán los gobiernos de ambos mandatarios involucrados. La historia nos juzgará por nuestras acciones en reacción a la política que impulsa Trump en el hemisferio.
Ya lo mencionamos con la crisis migratoria tras los vuelos de deportados enviados a Panamá. Cómo reacciona Panamá a las exigencias de la administración Trump dice mucho del tipo de gobierno que tenemos y del tipo de país que somos.
Trump ha dejado claro que su administración ha llegado para cambiar el papel que juega Estados Unidos en el mundo. ¿Pondera Panamá las diferencias entre la administración actual y la relación histórica con Estados Unidos? Todo indica, que no se pueden entender como lo mismo.
¿Qué pasa, luego de Trump, con lo acordado en Panamá? ¿Qué pasa con las tropas norteamericanas “rotativas”?
En caso de un conflicto mundial o regional, Panamá podría pasar a jugar un papel clave en la activación militar de Estados Unidos. Igualmente, la imprevisibilidad del gobierno actual de Trump presenta dudas sobre cómo se verán los próximos años y las motivaciones del mandatario. Pues, no podemos perder de vista que van menos de 100 días del segundo mandato de Trump.
Peso
No cabe duda que la situación en la que se encuentra el gobierno de Mulino ha sido imprevista y complicada. La postura de Trump y la priorización de la vía no se vino venir. Sin embargo, es parte del peso de presidir un país con ese activo.
Claro que Panamá es libre y soberana de ejecutar políticas públicas co-desarrolladas con Estados Unidos y es el gobierno de turno el que tiene la responsabilidad, y el poder, de así hacerlo.
Pero de ahí, a tener presencia militar en un área altamente disputada en el pasado, todo mientras el líder del Pentágono se refiere a esas áreas como “la Zona del Canal” —a pesar de que ésta no existe desde hace más de 25 años— tiene otras implicaciones.
Cómo reaccionamos a esta situación y las decisiones que se toman caen sobre Mulino y su gabinete. Mientras tanto, los acuerdos firmados tendrán un impacto tangible y los próximos meses y años evidenciarán el mismo.
La historia no ha terminado. El propio Hegseth lo dejó claro durante su visita.
“Nuestra relación con Panamá, especialmente nuestra relación de seguridad seguirá creciendo en los meses y años por venir […] Juntos, con Panamá a la cabeza, mantendremos el Canal seguro y disponible para todas las naciones con el poder disuasivo de la fuerza armada más fuerte, más respetada y más letal del mundo”