Una historia compleja

Ciudad de Panamá, 1875
Foto de Eadweard Muybridge
Tomada del Smithsonian Art Museum

La ciudad de Panamá es incomprensible sin conocer su historia, su posición privilegiada —pero algunas veces olvidada— y todo el contexto religioso, comercial y de discriminación racial que llevó a su construcción. Nuestro propósito con esta edición es recordar su trayectoria, ya de 498 años.

I
El mundo prehispánico
Empezar la historia en 1519 sería desatender una importante realidad histórica: Panamá no comienza con la llegada de los españoles. Los historiadores y arqueólogos que han examinado las puntas de lanza que han quedado dispersas por el Istmo estiman que Panamá había sido habitado desde al menos 8 mil años antes de Cristo, y probablemente hasta 11 mil años antes de Cristo.Estas poblaciones originarias locales se dividían en tres grandes grupos indígenas: los nómadas del Grán Coclé, los indígenas del Gran Chiriquí —que practicaban el sacrificio humano— y la misteriosa cultura del Gran Darién, de la cual se tiene muy poca información. Estas culturas eventualmente se fueron organizado en cacicazgos que se disputaban el control de las riberas de los ríos, alternando entre episodios de guerra y comercio.

Estos mismos historiadores consideran que al tiempo de la llegada de los españoles al Istmo, habían no menos de 200 mil indígenas habitando la delgada franja istmeña. Aquellos al oeste negociaban con comerciantes maya, mientras que aquellos al este tenían conocimiento del imperio Inca.

II
Los primeros intentos
Los españoles llegaron por primera vez al Istmo de Panamá en 1501, con la visita de Rodrigo de Bastidas durante su expedición de la costa caribeña. En ese viaje de Bastidas viene un personaje que jugaría un rol crucial en la fundación de la ciudad: Vasco Núñez de Balboa, entonces tan solo de 26 años.Pero es el mismísimo Cristobal Colón, descubridor del Nuevo Mundo, quien intenta fundar el primer asentamiento sobre nuestras costas, y en Tierra Firme en general, el poblado de Santa Maria de Belén, el 6 de enero de 1503. Este pequeño asentamiento fue destruido inmediatamente por los grupos indígenas que rodeaban el área.

El segundo intento le corresponde a Alonso de Ojeda, que en 1510 intenta fundar San Sebastián en Colombia, pero esta población tampoco prospera por el ataque indígena. Uno de los tenientes de Ojeda, Martin Fernández de Enciso, convencido por Vasco Núñez de Balboa sobre el temperamento más dócil de los indígenas del Istmo, decide emprender viaje e intentar una tercera fundación, llamada Santa María La Antigua, también en 1510.

Inmediatamente, Enciso y Balboa se tornan enemigos. Balboa y los demás conquistadores tenían la práctica de secuestrar las mujeres e hijos de los poblados indígenas aledaños, pidiendo rescate en oro. Enciso, quien gobernaba, intentó suprimir la práctica y sacar a Balboa del poder, pero el carismático Balboa se había hecho del apoyo popular y, convocando el primer cabildo abierto de Tierra Firme, asume el control de Santa María La Antigua de manos de Enciso. El profesor Luis Fitzgerald, en su Historia de Panamá, comenta que este es el primer momento en el continente americano donde la voluntad popular es expresada y acatada.

Ciudad de Panamá, 1875
Foto de Eadweard Muybridge
Tomada del Smithsonian Art Museum

El conquistador Diego de Nicuesa y sus hombres, involucrados en una intensa búsqueda de oro, fueron derrotados por las fuerzas indígenas y tuvo que ser rescatado por el destacamento de Santa María La Antigua. Nicuesa, que no se rendía, salió nuevamente a la expedición, fundando Nombre de Dios en 1510. A pesar del favor, Nicuesa estaba en contra del poder que Balboa había adquirido sobre el Darién, e intentó arrebatarle el poder sobre Santa María, pero Vasco Núñez no se dejaría, enviando a Nicuesa de regreso a Nombre de Dios en una embarcación en pobre estado. Como indica el profesor Fitzgerald en su obra, “nunca se supo más de el”.

Estas acciones de Balboa lo dejaron mal parado frente a la Corona Española, y quizás en un intento de escapar la supervisión real, Balboa se dedicó a la exploración del Istmo en búsqueda de oro con el cual aplacar la ira de los reyes. Balboa estaba motivado por los reportes de un príncipe indígena, Panquiaco, que le habló de un imperio con cantidades increíbles de oro, localizado hacia el Sur: el imperio Inca.

III
La fundación

Balboa salió en su expedición en 1513, luego de prometer oro y riquezas en una carta a la Corona Española y —guiado por un contingente indígena— llega a la costa del océano Pacífico en septiembre de ese año. Al no tener un referente geográfico, lo titula el Mar del Sur, a pesar de ser el Mar del Oeste.

Balboa regresa en 1514, pero es sorprendido por un cambio en su fortuna. La Corona Española ha nombrado al viejo Pedro Arias de Ávila, ya de casi 70 años, para que administre los nuevos territorios descubiertos. De Ávila llegó con un contingente de 2 mil personas, 18 de las cuales eran esclavos negros domésticos. Este grupo enorme puso una presión severa sobre los recursos de Santa María La Antigua y llevó a la muerte por enfermedad o inanición de unas 700 personas.

De Ávila era igual de bárbaro que Vasco Núñez, y no detuvo las prácticas de secuestro de madres e hijas indígenas para intercambiar por rescates en oro. En el contexto español de la época, la valía de un hombre la determinaba su riqueza en oro y el Nuevo Mundo presentaba oportunidades sin igual para enriquecerse a costa de la violencia.

Celoso del carisma e influencia que ejercía Vasco Núñez, además de los títulos que le había conferido la Corona por haber reconocido el nuevo océano, De Ávila ordenó la ejecución de Balboa, la cual tuvo lugar en Acla en 1519. Poco después, comisionó a su teniente, Gaspar de Espinosa, para que encontrara un nuevo lugar donde fundar un poblado, esta vez con acceso al mar.

Espinosa, hacendoso, recorrió la costa del Pacífico hasta llegar a un pequeño asentamiento llamado Panamá. Aquí, Pedro Arias de Ávila decidió fundar Nuestra Señora de la Asunción de Panamá, el 15 de agosto de 1519. De Ávila concibió a Panamá como una base para iniciar expediciones hacia el sur, en búsqueda del oro inca, y hacia el oeste, buscando un quiebre que permitiera a los barcos cruzar de un océano al otro.

Ciudad de Panamá, 1875
Foto de Eadweard Muybridge
Tomada del Smithsonian Art Museum

En 1538, se establece una Real Audiencia en Panamá —uno de los entes administrativos más importantes en el momento— y con la conquista de Francisco Pizarro del Perú en 1541, Panamá inmediatamente cobró una enorme importancia como un punto obligatorio de paso del oro inca hacia las arcas reales españolas. Cabe notar que Pizarro cruzó sus barcos, desarmados, sobre el Istmo para recomponerlos en el Pacífico en su misión al Perú. Y en esos tiempos, el cruce del Atlántico tomaba dos meses y medio, entre el caribe panameño y los puertos de España.

IV
Epílogo
Justo después de su fundación, Panamá sirvió como un punto focal de las expediciones españolas por dominar nuevos territorios. Desde Panamá se repobló Nombre de Dios como puesto de avanzada de los intentos de conquistar el oeste istmeño. En 1544, Nombre de Dios se empieza a utilizar como uno de los nodos del movimiento comercial a través del Istmo, iniciando así las prácticas de las ferias comerciales.Cómo la Corona Española insistía en proteger con su armada naval el movimiento comercial entre el viejo y el nuevo mundo, las ferias comerciales no se podían celebrar todos los años. Según el recuento del historiador Alfredo Castillero Calvo, durante los 193 años que duraron las ferias, se dieron unas 95 ferias distintas.

Las ferias eran eventos colosales. En los cargamentos entrantes llegaban todas las comodidades y artilugios del viejo mundo: libros, perfumes, especias y ropa, entre otras cosas. Y de Panamá partía el oro peruano y los esclavos capturados. Tal era el éxito de las ferias, que el corsario Francis Drake, apoyado por la Corona Inglesa, destruye Nombre de Dios, llevando a la construcción de una fortaleza más apropiada para defender la riqueza y el comercio, en Portobelo, en 1597.

La derrota de la armada naval española por los ingleses en 1588 y posteriormente el aprovechamiento de esta derrota por los ingleses para abrir el Nuevo Mundo al comercio inglés, llevaron al deterioro de las ferias comerciales, hasta que las mismas fueron suprimidas en 1739, llevando a un apagón cultural y comercial en el Istmo.

Poco después, en 1767, los jesuitas son expulsados de Panamá, y con ellos las pocas oportunidades de educación que existían en el Istmo. Este rezago comercial e intelectual sumergió a Panamá en una era oscura, de la cual no saldría hasta 1849, con el descubrimiento de oro en California.

Según el profesor Fitzgerald, entender la cultura panameña es imposible sin notar, producto de su historia, la mezcla de las culturas negras, indígenas y españolas. De unos, su ritmo y música, de otros su comida y alimentos y de los últimos, su división en castas y la organización política y administrativa.

Una esclavitud por otra

Los fuertes abusos de los españoles contra las poblaciones indígenas no eran invisibles. Los escritores religiosos de la época, en particular Fray Bartolomé de las Casas, convencieron a la Corona Española del horrible trato que recibían las poblaciones originarias. El Rey, en su intento de suavizar la explotación, promulgó que antes de cualquier ataque contra un poblado, se debía insistir en su conversión.

Eventualmente, los abusos de los conquistadores llevaron a su reemplazo por administradores civiles y eclesiásticos de las poblaciones indígenas, prohibiendo su esclavitud. Esto llevó a la importación de esclavos negros para reemplazar a los indígenas en las tareas para las cuales eran usados: el buceo de perlas y el trabajo en las minas de oro.

Cabe destacar que la esclavitud no fue importada por los españoles totalmente, sino que ya era practicada entre los cacicazgos, quienes la imponían sobre los vencidos en las guerras que se daban entre ellos. Pero en definitiva que su versión más cruel y malévola fue bajo los conquistadores españoles. La práctica fue abolida parcialmente en 1551, excepto en Natá, ya que ahí los esclavos eran necesarios para la producción agrícola. En Natá, se abolió en 1558 y finalmente se abolió en todo el Istmo en 1881, ya después de la fundación del Estado Federal de Panamá.

Muchos de los esclavos negros importados huían de sus dueños, internándose en la jungla en búsqueda de libertad, asociándose y formando poblados precarios llamados palenques. El palenque más famoso fue Santiago del Príncipe, próximo al Colón de hoy día.