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La ciudad de Panamá es incomprensible sin conocer su historia, su posición privilegiada —pero algunas veces olvidada— y todo el contexto religioso, comercial y de discriminación racial que llevó a su construcción. Nuestro propósito con esta edición es recordar su trayectoria, ya de 498 años.
El mundo prehispánico
Estos mismos historiadores consideran que al tiempo de la llegada de los españoles al Istmo, habían no menos de 200 mil indígenas habitando la delgada franja istmeña. Aquellos al oeste negociaban con comerciantes maya, mientras que aquellos al este tenían conocimiento del imperio Inca.
Los primeros intentos
El segundo intento le corresponde a Alonso de Ojeda, que en 1510 intenta fundar San Sebastián en Colombia, pero esta población tampoco prospera por el ataque indígena. Uno de los tenientes de Ojeda, Martin Fernández de Enciso, convencido por Vasco Núñez de Balboa sobre el temperamento más dócil de los indígenas del Istmo, decide emprender viaje e intentar una tercera fundación, llamada Santa María La Antigua, también en 1510.
Inmediatamente, Enciso y Balboa se tornan enemigos. Balboa y los demás conquistadores tenían la práctica de secuestrar las mujeres e hijos de los poblados indígenas aledaños, pidiendo rescate en oro. Enciso, quien gobernaba, intentó suprimir la práctica y sacar a Balboa del poder, pero el carismático Balboa se había hecho del apoyo popular y, convocando el primer cabildo abierto de Tierra Firme, asume el control de Santa María La Antigua de manos de Enciso. El profesor Luis Fitzgerald, en su Historia de Panamá, comenta que este es el primer momento en el continente americano donde la voluntad popular es expresada y acatada.
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El conquistador Diego de Nicuesa y sus hombres, involucrados en una intensa búsqueda de oro, fueron derrotados por las fuerzas indígenas y tuvo que ser rescatado por el destacamento de Santa María La Antigua. Nicuesa, que no se rendía, salió nuevamente a la expedición, fundando Nombre de Dios en 1510. A pesar del favor, Nicuesa estaba en contra del poder que Balboa había adquirido sobre el Darién, e intentó arrebatarle el poder sobre Santa María, pero Vasco Núñez no se dejaría, enviando a Nicuesa de regreso a Nombre de Dios en una embarcación en pobre estado. Como indica el profesor Fitzgerald en su obra, “nunca se supo más de el”.
Estas acciones de Balboa lo dejaron mal parado frente a la Corona Española, y quizás en un intento de escapar la supervisión real, Balboa se dedicó a la exploración del Istmo en búsqueda de oro con el cual aplacar la ira de los reyes. Balboa estaba motivado por los reportes de un príncipe indígena, Panquiaco, que le habló de un imperio con cantidades increíbles de oro, localizado hacia el Sur: el imperio Inca.
La fundación
Balboa salió en su expedición en 1513, luego de prometer oro y riquezas en una carta a la Corona Española y —guiado por un contingente indígena— llega a la costa del océano Pacífico en septiembre de ese año. Al no tener un referente geográfico, lo titula el Mar del Sur, a pesar de ser el Mar del Oeste.
Balboa regresa en 1514, pero es sorprendido por un cambio en su fortuna. La Corona Española ha nombrado al viejo Pedro Arias de Ávila, ya de casi 70 años, para que administre los nuevos territorios descubiertos. De Ávila llegó con un contingente de 2 mil personas, 18 de las cuales eran esclavos negros domésticos. Este grupo enorme puso una presión severa sobre los recursos de Santa María La Antigua y llevó a la muerte por enfermedad o inanición de unas 700 personas.
De Ávila era igual de bárbaro que Vasco Núñez, y no detuvo las prácticas de secuestro de madres e hijas indígenas para intercambiar por rescates en oro. En el contexto español de la época, la valía de un hombre la determinaba su riqueza en oro y el Nuevo Mundo presentaba oportunidades sin igual para enriquecerse a costa de la violencia.
Celoso del carisma e influencia que ejercía Vasco Núñez, además de los títulos que le había conferido la Corona por haber reconocido el nuevo océano, De Ávila ordenó la ejecución de Balboa, la cual tuvo lugar en Acla en 1519. Poco después, comisionó a su teniente, Gaspar de Espinosa, para que encontrara un nuevo lugar donde fundar un poblado, esta vez con acceso al mar.
Espinosa, hacendoso, recorrió la costa del Pacífico hasta llegar a un pequeño asentamiento llamado Panamá. Aquí, Pedro Arias de Ávila decidió fundar Nuestra Señora de la Asunción de Panamá, el 15 de agosto de 1519. De Ávila concibió a Panamá como una base para iniciar expediciones hacia el sur, en búsqueda del oro inca, y hacia el oeste, buscando un quiebre que permitiera a los barcos cruzar de un océano al otro.
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En 1538, se establece una Real Audiencia en Panamá —uno de los entes administrativos más importantes en el momento— y con la conquista de Francisco Pizarro del Perú en 1541, Panamá inmediatamente cobró una enorme importancia como un punto obligatorio de paso del oro inca hacia las arcas reales españolas. Cabe notar que Pizarro cruzó sus barcos, desarmados, sobre el Istmo para recomponerlos en el Pacífico en su misión al Perú. Y en esos tiempos, el cruce del Atlántico tomaba dos meses y medio, entre el caribe panameño y los puertos de España.
Epílogo
Las ferias eran eventos colosales. En los cargamentos entrantes llegaban todas las comodidades y artilugios del viejo mundo: libros, perfumes, especias y ropa, entre otras cosas. Y de Panamá partía el oro peruano y los esclavos capturados. Tal era el éxito de las ferias, que el corsario Francis Drake, apoyado por la Corona Inglesa, destruye Nombre de Dios, llevando a la construcción de una fortaleza más apropiada para defender la riqueza y el comercio, en Portobelo, en 1597.
La derrota de la armada naval española por los ingleses en 1588 y posteriormente el aprovechamiento de esta derrota por los ingleses para abrir el Nuevo Mundo al comercio inglés, llevaron al deterioro de las ferias comerciales, hasta que las mismas fueron suprimidas en 1739, llevando a un apagón cultural y comercial en el Istmo.
Poco después, en 1767, los jesuitas son expulsados de Panamá, y con ellos las pocas oportunidades de educación que existían en el Istmo. Este rezago comercial e intelectual sumergió a Panamá en una era oscura, de la cual no saldría hasta 1849, con el descubrimiento de oro en California.
Según el profesor Fitzgerald, entender la cultura panameña es imposible sin notar, producto de su historia, la mezcla de las culturas negras, indígenas y españolas. De unos, su ritmo y música, de otros su comida y alimentos y de los últimos, su división en castas y la organización política y administrativa.
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