I
Status quo ante.
Paya es un pequeño corregimiento en Pinogana, en la falda de la Serranía del Darién. Alli, familiares del cacique Enrique Ayala celebraban un cumpleaños el sábado, 18 de enero de 2003 cuando —según una crónica relatada a La Prensa— paramilitares entraron al poblado. Los personajes armados se llevaron al liderazgo mayor del pueblo a una zona alejada y los asesinaron, entre ellos, el cacique Ayala. Un destacamento de 500 policías —enviados como respuesta— intentaba recuperar territorio en una provincia que se había perdido, en parte, a grupos armados sin bandera.
Esta realidad no era nueva. Se había comenzado a afincar desde mucho antes. Cerca de la noche buena de 1995, hombres armados tomaron el poblado de Corozal en Darién. Durante la toma, asesinaron al maestro Agapito Castillo. El poblado de Boca de Cupe, a no más de 20 kilómetros de Yaviza, fue la víctima de dos ataques posteriores en 1997. Aún para octubre de 2006 se registraban secuestros en El Guayabo en Jaqué y todo esto llegó a una culminación con un enfrentamiento en febrero de 2008 entre oficiales de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Abajo, una selección de los ataques más relevantes en la provincia.
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Todavía para 2009, la redacción de La Estrella reportaba que la vida en Darién “transcurre entre el miedo y la esperanza de que algún día la inseguridad que se registra en esta región pueda cambiar”.
II
Torrijos impone su voluntad.
La administración pública no estaba ciega a la pérdida del control sobre la provincia de Darién. El gabinete del presidente Martín Torrijos, hijo del antiguo comandante militar de Panamá, Omar Torrijos, estaba desarrollando una serie de decretos leyes que reformarían a la fuerza pública panameña. Estas nuevas fuerzas no-militares bordearían el límite constitucional que prohibe la creación de un ejercito en Panamá.
El plan de Torrijos respondía a la Iniciativa de Mérida, el esfuerzo estadounidense para coordinar las acciones de México y América Central en el combate contra el narcotráfico. Por esto, no sorprende que Panamá recibiera asesoría y equipamiento estadounidense al conformar estas nuevas entidades de seguridad.
De hecho, en un almuerzo de despedida al entonces embajador de Estados Unidos en Panamá, William Eaton, celebrado el 30 de junio de 2008, el presidente Torrijos reafirmó el compromiso de Panamá de seguir adelante con la transformación de las fuerzas públicas, a pesar de comprender que estaba siendo acusado de intentar militarizar el país. Esto según los cables que el mismo Eaton envió al Departamento de Estado de los Estados Unidos y que luego fueron revelados en Wikileaks.
Ese mismo día, la Asamblea Nacional decretó un receso, no sin antes otorgar a su cierre la facultad al Ejecutivo de legislar a través de decreto-ley —una decisión extraordinaria. Torrijos utilizó esta facultad para reformar finalmente las fuerzas de seguridad, creando, entre otras, el Servicio Nacional de Fronteras.
Aunque la sociedad civil manifestó una sólida oposición, esa historia es para otra plana. Cabe destacar que incluso Demetrio Papadimitriu, conocido popularmente como Jimmy, entonces vinculado a Cambio Democrático, se acercó a un agente de la embajada estadounidense a decir que “Torrijos ha hecho de este tema uno político al intentar usar poderes extraordinarios para conseguir su aprobación en un año electoral.”
Pero la administración de Torrijos se afincó más en su resolución de aprobar los cambios luego de que las FARC se tomaran un pueblo emberá el 7 de diciembre de 2008 y luego de que ocurriera una confrontación directa con el grupo militar el 11 de diciembre de ese mismo año en un pueblo fronterizo con Colombia.
De hecho, el gobierno estadounidense consideraba que en cualquier momento podrían haber hasta 600 operativos paramilitares en el Darién. Pero una movilización ejemplar de la Policía Nacional podía producir unos 500 oficiales en esa provincia.
III
Compañía Cobra.
El Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) no fue creado ex nihilo. Sus raíces se asientan en la antigua Dirección Nacional de Fronteras de la Policía Nacional. Parte de esta unidad se utilizó como la base de la nueva planilla de 2 mil unidades con las que contaría el Senafront, pero muchas de estas fueron desplazadas nuevamente a la ciudad de Panamá para apoyar a la Policía Nacional, y otras aún necesitaban entrenamiento.
El mayor Abdel Lezcano, por ejemplo, tenía la tarea de transformar la antigua unidad de reconocimiento y combate (RECOM) a una nueva fuerza especial para retomar el Darién.
Los entrenamientos no se hicieron esperar. En enero de 2009, 24 unidades fueron entrenadas por cuatro meses en movilización efectiva en un ambiente de jungla, creando así una segunda compañía con nombre código “Jungla”. Una tercera compañía, de 22 unidades entrenadas en infiltración en Colombia, recibieron el nombre código de “Cobra”.
Inmediatamente se entendió y se dio prioridad a la necesidad de entrenamiento, marcando una pauta de rápido envío de tropas a su profesionalización y estableciendo una meta de 5 mil unidades para 2015. Pero antes, era necesario recuperar el control efectivo del Darién.
IV
Retomando Darién.
Así se veía Darién cuando el Senafront entró en operaciones en 2009, según su propia perspectiva. Gran parte de la provincia olvidada estaba —aunque no directamente bajo el control de fuerzas paramilitares— expuesta a sus abusos e invasiones.
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Las operaciones no se hicieron esperar. Abajo, un gráfico que demuestra la rápida intensidad que cobraron los movimientos armados del Senafront hasta su último reporte, de 2009 a 2015.
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Igualmente, el presupuesto asignado de la entidad se disparó. Aunque se desconoce el número exacto invertido en el Servicio Nacional de Fronteras, informes de ejecución de la entidad revelan un presupuesto operativo millonario, cifras que trataremos más abajo.
Este intenso ímpetu resultó en una fuerte fase de recuperación de control sobre Darién que sucede entre 2009 a 2013, como podemos ver en los mapas abajo que demuestran la realidad en Darién en 2011 y posteriormente en 2013.
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En 2014 y 2015, el Senafront se ha asegurado de consolidar sus logros, estableciendo bases de operaciones, fortaleciendo sus batallones con más entrenamientos y renovando su base por unos $370 mil para poder contar con el equipo necesario para preservar su dominio sobre el Darién.
Una verdadera labor impresionante, conducida, en parte, bajo la dirección del reciente retirado jefe del servicio, el comisionado Frank Ábrego. Ábrego —quién dominó el Senafront desde su creación— fue reemplazado pacíficamente por su segundo al mando, Cristian Enrique Hayer por el presidente Juan Carlos Varela.
IV
El presente y futuro.
La meta de 5 mil empleados para 2015 casi se ha cumplido. El Senafront hoy día es una fuerza altamente capaz de 4,358 empleados permanentes, ganando un sueldo bruto de $3.8 millones mensuales.
La mayoría de los empleados del Senafront son agentes (1,316), cabos segundo (1,113) y sargentos primero (708). Del lado de los oficiales, el Senafront cuenta con 132 tenientes, 77 capitanes, 45 mayores y 25 comisionados.
Un reciente informe de ejecución revela el presupuesto asignado para 2016 del Senafront de $86.8 millones, de los cuales $64.5 se van en salarios.
Esta es la historia reciente del Senafront —que ha recibido multiples críticas a través del tiempo— en particular su esfuerzo y logro de recuperar el Darién. Aunque hoy todavía se dan escaramuzas con fuerzas paramilitares y además se detienen multiples cargamentos de droga, la situación de hoy día es muy distinta a tan solo hace cinco años.
¿Y qué depara el destino para esta entidad?
Según su documentación interna, el interés del Senafront es, además de continuar asegurando la frontera oriental, comenzar a proveer un mismo nivel de monitoreo sobre nuestra frontera con Costa Rica.
Aunque la frontera occidental no parece que representa un peligro similar para Panamá como aquella en el oriente, el Senafront ya ha creado batallones especializados en el área.
En correspondencia interna estadounidense de 2009, se trata a estar frontera como un “chiste”, indicando que el entonces Ministro de Gobierno y Justicia, José Raúl Mulino, describía el área como “tierra de nadie” y sin control efectivo por el gobierno.
Panamá —por su posición geográfica— vive en el nexo fundamental del movimiento de droga del sur al norte, por lo cual la tarea del Senafront solo se espera que continúe creciendo a futuro. Igualmente, el monitoreo ciudadano de esta entidad debe continuar.
Esperamos que esta breve reseña de su historia sirva para informar ese monitoreo.